Algo así me siento todos los días...

sábado, 10 de febrero de 2007

De pasiones y lujuria

¿Y para qué ocultar que te amo si no puedo evitar mostrarlo? Es mi consuelo y mi dolor, mi paraíso y mi infierno, es mi divina tentación. Es la pasión hecha carne, es un ángel de lujuria que me atrapa, es una rosa de fuego que me envuelve y quema con sus pétalos ardientes. Es el deseo más grande de la piel que el corazón ha consentido satisfacer, es un pecado divino y un castigo de placer que estoy dispuesto a sufrir en manos del ángel lujurioso por el resto de mis días.
¿Sólo placer? ¿Crees que no existe pasión romántica y que todo es pasión lujuriosa? Pues bueno, no lo sé, sólo soy un ser humano que vive como le ha tocado vivir y se ha resignado a su destino. Un destino de bajas pasiones e instintos básicos que muchos detestarían y rechazarían prefiriendo primero la muerte, pero yo lo he aceptado gustoso porque sé que nadie más lo querrá. Soy la lujuria encarnada que se ha encontrado contigo, el complemento perfecto para este pecado de placer infinito que tanto me gusta cometer. Soy la tentación que camina entre los mortales, siendo tentado por ti, ese ángel de lujuria que no sale de mi mente.
¡Pervertido! Ja! Gran cosa! He oído cosas peores salir de muchas bocas en ocasiones pasadas. No me importa, sé que no todos entenderán lo que he venido a hacer, a amarte con locura y pasión que se desbordan en la expresión carnal y sobrepasa los límites espirituales. Pero claro, lo sabemos, soy la lujuria y la tentación, soy el placer carnal que habita en la tierra y no puedo negar mi naturaleza. ¡Ven y tómame, soy tuyo y lo sabes, te pertenezco, haz conmigo lo que quieras! No opondré resistencia y lo sabes, no me quejaré, sólo oirás salir de mi boca el lenguaje del placer para decirte con él lo que siento por ti. Ansías oírlo, lo sé, ansías hacerme tuyo y no lo niegues, lo sé mejor que tú. No lo dudes más, sólo hazlo... deja que te ame como sé hacerlo.

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