Algo así me siento todos los días...

sábado, 10 de febrero de 2007

El amor



Bien, he tenido mucho tiempo últimamente para pensar en lo que significa un amor de verdad. Muchas veces he dicho que sí sé lo que es ese amor verdadero, y me atrevo a compararlo con el de los demás buscando siempre demostrarles que su amor no es comparable de ninguna manera con el mío. Y de todos modos, de repente me llego a cuestionar yo mismo, ¿será también verdadero ese amor del que tanto hablo? Si fuera tan especial para mí como digo, si en verdad le guardara tanto respeto y admiración, creo que lo habría honrado en más de una ocasión evitando hacer algunas de las cosas que hago y de las cuales ahora me arrepiento. Sé que no es excusa decir que soy humano y que cometo errores, porque aunque sea cierto debo aprender a tener fuerza de voluntad y controlar mis debilidades en lugar de que ellas me controlen a mí. Sin embargo, a pesar de mis pequeñas (y grandes) y caídas, que poco a poco me han ido formando como la persona que soy, ese amor sigue siendo para mí mi todo. No he podido hallar hasta ahora algo que iguale lo que sentí en ese entonces, ni lo que sigo sintiendo ahora a pesar del tiempo, la distancia y los problemas. Me doy cuenta de que no es sólo verdadero amor únicamente por decir que ha sido el más fuerte, o porque ha durado más que los otros, o porque hice muchas cosas por él, o sólo porque ha sido el más bonito, entre muchas otras cosas. Puedo decir que es verdadero amor porque me enseñó a entregarme por completo sin esperar nada a cambio, sólo por el deseo de verle feliz; me enseñó a luchar por lo que quiero sin importar lo difícil que parezca o contra quién me tenga que enfrentar, porque sólo luchando por lo que quiero puedo ser feliz; sé que es el verdadero amor porque me enseñó a perdonar a pesar de las injurias y las heridas profundas, porque me enseñó que siempre se debe estar dispuesto a perdonar sin importar lo que pase porque esa es la esencia del amor. Es el verdadero amor porque con él aprendí a ser tolerante y respetar las diferencias del otro sin importar cuán diferentes puedan ser de las mías, me enseñó que la paciencia es una virtud que todos debemos tener porque nada en esta vida se consigue de inmediato. Sé que es el verdadero amor porque me enseñó tenacidad, a no darme por vencido, humildad, dedicación, preocupación por los demás, entre muchas otras cosas. Pero sobre todo, me enseñó que si en verdad amas a alguien, lo más importante es su felicidad, no importa si esa felicidad es contigo o no, lo único que importa es lograr que esa persona sea feliz a cualquier costo. Me enseñó a dejar ir cuando es necesario, porque el verdadero amor es libertad y no se puede retener a alguien en contra de su voluntad por más que uno lo quiera. Me enseñó que el amor no es un cliché como a los que estamos acostumbrados, sino algo nuevo y divertido que cada uno debe explorar por su cuenta, algo que hay que descubrir con esa persona especial y disfrutarlo en dos, porque así es como debe de ser. El amor es algo maravilloso, algo increíble que pocas veces en nuestra vida hemos de experimentar, pero que debe ser aprovechado al máximo esas pocas veces. Y digo pocas veces porque no todas las personas con las que estemos nos despertaran ese sentimiento de amor y nos harán vivirlo verdaderamente. A veces podemos confundirlo, y eso es normal, creer que amamos sólo por la necesidad que tenemos de hacerlo, cuando en realidad no es así. El amor se toma su tiempo, a veces más, a veces menos, pero nunca es algo mágico que surge de la nada y nos cubre como una luz divina traída por el mismísimo Espíritu Santo. Es un trabajo arduo de dos personas y la convivencia diaria entre ellas, de la confianza y el cariño mutuos, del apoyo, la sinceridad, el carisma, el deseo… si fuéramos arquitectos, sería el edificio más complejo y difícil de construir, pero una vez terminado, se convertiría en el más bello de todos, rivalizando con las grandes maravillas de la humanidad. Sí… eso es el amor verdadero, y sólo pocos han sido capaces de conocerlo en verdad. Pero eso no significa que nadie pueda acercarse a él, por el contrario, está reservado para todos nosotros y nos está esperando a que lo descubramos y vayamos hacia él, pero nos cegamos y no damos ni un paso en dirección a donde está, sino hacia el otro lado. Pero no importa, porque él seguirá ahí, buscando siempre la forma de acercarse y de que nos demos cuenta de que ahí está, de que puede ser nuestro, de que puede cambiar nuestras vidas. Ahí estará, esperando por nosotros, porque sabe que tarde o temprano hemos de descubrirlo, pero todo depende de nosotros, de si en verdad queremos hallar el amor real y hacerlo parte de nuestras vidas, y disfrutar entonces de todo lo que traerá consigo el haberle abierto nuestro corazón.

No hay comentarios.: