Algo así me siento todos los días...

martes, 19 de febrero de 2008

Sobre los restos mancillados de mi orgullo

Sobre los restos mancillados de mi orgullo,
he de levantarme una vez más.
No con la fuerza que quisiera, eso es seguro,
pero permanecer de rodillas, jamás.

Debo admitir, a estas alturas del juego,
que el mal provocado es más de lo que puedo soportar,
aún soy débil, lo admito, no puedo,
aunque quiera librarme de ti, ahí has de estar.

Como un niño juego en las noches, huyendo,
tratando de esconderme de ti y tu presencia,
entre las sombras me muevo, lento,
adivinando cuando aparecerás por la puerta.

Que de ti no puedo huir, eso ya lo sé, no es novedad,
saber que a ti atado me encuentro contra mi voluntad,
lo peor es que si te llegas a enterar de la verdad,
podrás tratar de usarme, o volverme a amar.

Las cosas son raras ahora entre tú y yo,
silencios largos e incómodos que dicen mucho,
miradas furtivas, secretos escondidos, y yo,
yo que me hallo herido en mi infame orgullo.

Trato de que no me importe ahora tu vida,
trato de seguir la mía como si nada pasara,
pero cada secreto que mis ojos miran
es un dolor peor que el de una plateada daga.

Si las cosas son sólo un juego infantil tuyo, dilo,
no quiero seguir cayendo en estas situaciones;
ya he tenido bastante de esto, hijo mío,
y por mis medios, hallaré las soluciones.

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