Algo así me siento todos los días...

viernes, 12 de octubre de 2007

Coleccionando amantes de paso en las sábanas de un cuarto de hotel (Capítulo V)

Era raro encontrar quién quisiera darte más de lo que pedías, fuere por la razón que fuere. Si la gente está dispuesta a pagarte, lo hacen dentro de un cierto límite. En más de una ocasión me pasó que perdía un prospecto porque consideraba el precio demasiado alto. En otras ocasiones debía bajarlo para lograr mantenerlo, pero otros salían huyendo antes de proponer un ajuste económico. Una vez hubo uno que no quiso pagarme. Era un hombre demasiado agresivo.
Alex siempre se ha preocupado por mí. Me instaló una alarma en el cuarto para sonarla si llegaba a necesitar ayuda en alguna ocasión. Me salvó la vida esa vez. El hombre no quiso pagarme lo que me debía, argumentando que no era lo que él había esperado, y que él no pagaría por algo que no había disfrutado. Cuando traté de hablar con él y convencerlo de que me pagara, comenzó a enfurecerse. Todo se puso peor cuando le negué la salida del cuarto. Se puso tan agresivo que hasta me dio miedo. Temía realmente que algo me pasara.
Toqué la alarma. Traté de protegerme del hombre pero éste me golpeó en la cara y me tiró al suelo. Sentí la sangre en mi boca, me había lastimado. Se agachó y me recogió del piso, tirándome a la cama. Me dijo que se iba a cobrar a su manera, y que me fuera preparando para lo que venía. Afortunadamente, la puerta se abrió en el momento. Alex entró con una pistola e hizo que el hombre se alejara de mí. Antes de irse, asustado y maldiciéndonos a Alex y a mí, dejó todo su dinero como compensación por mi trabajo y por lo que me había hecho. El arma de Alex poseía argumentos de mucho peso que no pudo rebatir.
Una vez que se hubo ido, Alex se acercó a mí y me revisó la boca. Me dijo que no era serio y que estaría bien, pero que debería esperar un poco antes de volver a trabajar, porque nadie me contrataría con esa cara. Yo agaché la mirada. Estaba asustado, herido, deprimido. Alex lo notó, me abrazó y me dio un beso en la frente. Me ayudó a vestirme y me llevó a su oficina, al lado de mi habitación. Así había llegado tan rápido.Me limpió y me curó la boca. Ardió hasta el alma, pero como buen hombre me aguanté. Alex se rió de mí cuando notó mi cara de dolor y le explique mis razones para no quejarme. “¿Hombre? ¿Tú? Jajaja”. No era con mala intención, por supuesto. Una broma típica para los gay, especialmente para los pasivos. Sonreí yo también, aunque el dolor del labio no me permitía reírme bien. Esa noche me dejó dormir en su cuarto, él se quedó en un sofá de la oficina. Esa noche, por primera vez, dudé acerca de lo que estaba haciendo con mi vida.

1 comentario:

ChucHO! dijo...

FRenandoO amOo tus Historias..:!! NtoO me enkantanN casii igualL q el sUperR scritOr.:!!

sin Dudaaa Soy tu fanNN!! jejeje ahHh!! XD

EresS el mejorR , Eres el MasS autentikO simpleementeee eResS tuU!!...