Algo así me siento todos los días...

martes, 15 de abril de 2008

Capítulo cerrado

¿Por qué fingir? ¿Cuál es la necesidad de ello? ¿Necesitas acaso mantener esa máscara al frente por tanto tiempo? ¿Cuánto es el tiempo adecuado para ello? ¿Un mes? ¿Medio año? ¿Dos años? ¿Un siglo? ¿Por qué lo haces? ¿Requieres refugiarte tras ello, por salvaguardar tu orgullo? ¿O por tu honor? ¿O simplemente quieres hacerle creer al otro que no pasa nada? ¿Quieres ser el chico fuerte de la historia? ¿Quieres ser de acero, de diamante, de platino? ¿Irrompible? ¿Quieres ser el chico con la vida por delante? ¿Quiere ser el chico que lo puede todo? ¿Quieres una vida feliz?

Agotador. Extenuante. Fatigante. Estresante. ¿Por qué? Porque no encuentro explicación a lo interior, a lo que me carcome. La culpa. La rabia. El odio. El deseo. El amor. Es todo junto, como mezcla de brebaje pagano. Un viejo remedio. Ancestral. ¿Por qué? No lo entiendo, nada de nada. Lo miro, remiro, una vez más. No logro entender ni un carajo de esta situación. ¿Por qué me has hablado? ¿Cuál es tu pretensión? Tú y yo hemos quedado en el pasado, y tú has seguido tu vida. La has seguido bien según sé. Tú y yo somos pasado. Somos. Fuimos. Fue. Creo.

Fuimos. Fue. Tal como es. La herida abierta. Tú. Yo. Está ahí todavía, no ha podido cerrarse. Sigue ahí, escociendo de vez en cuando. Menos. Más. Depende de muchas cosas. ¿Cuánto te ha escocido estos días? A mí me escoció mucho. Demasiado. No cerraba. Es feo, ¿sabes? Traté todos los remedios pero el dolor no desapareció. Hasta después. Bálsamo angelical. Sí, un ángel me lo dio. Sí existen, ¿sabías? Bálsamo angelical. Pero le falta un ingrediente, sólo uno. No, él no lo tenía. Él no tenía permitido dármelo. Él no podía dármelo. Lo tienes tú. ¿Sabes? Yo tengo tu ingrediente también.

Pero yo no tengo bálsamo. Yo sigo igual que antes. El dolor. La frustración. Desesperación. Odio. Rencor. Decepción. ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? Será lo que jamás me logre responder. Jamás hallaré la explicación adecuada. ¿Me amabas? ¿En verdad lo hacías? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Era todo mentira? ¿No te era suficiente? ¿Cuál fue mi error? ¿Por qué? Te di mucho, ¿sabes? Te di demasiado. Y más te iba a dar, mucho más. Sólo… sólo un poco más. Hubieses esperado, hubieses sido paciente. ¿No has aprendido que la paciencia es una virtud?

Aprendo y olvido. Caigo, recaigo, sigo en el mismo sendero. Fuiste mi error, a fin de cuentas. No debió pasar. O debía pasar. Fuiste la elección más acertada de mi vida. Todo pasa por algo. Algo pasa por nada. Todo pasa porque uno quiere. Lo que uno quiere puede pasar. Aprender. Seguir. ¿Qué hice? La forma tortuosa del sendero. El camino de piedras y polvo. Masoquista. Prefiero el polvo. Prefiero la suciedad. Prefiero el viento eterno. Pero se madura mejor, más rápido, con lecciones más profundas que por el otro camino. Sabiduría enlatada. Sabiduría por kilos. Sabiduría… sabiduría. Aprendí, crecí. A tus expensas, no lo niego. No, no estoy orgulloso. Sí, quisiera cambiar el pasado. No, no me arrepiento de las consecuencias. Sí, sí del hecho. No, no regresaré.

No sé qué pensar, una parte te quiere conmigo todavía, ¿sabes? Fingir, evitarte. No podía verte. No podía estar cerca. Huir. Sólo quería huir. Amar. Sólo te quería amar. Odio. Sólo te quería odiar. Quería tenerte y alejarte. Quería matarte y devolverte a la vida. Quería partirte en dos. En tres. Mil. Quería dividirte en tantos sentimientos como tenía. Quería dividirme. Quería repartirnos a los dos. Odio a las manos. Rabia al pecho. Deseo en los ojos. Temor en la boca. Pasión al sexo. Indiferencia a los pies. Amor al corazón. De haber podido lo hubiera hecho. Dividirte. Dividirme. Dividirnos. Sacar todo, saciarme. Si daba una parte de mí a cada parte de ti, quizá hubiese entendido todo. ¿Por qué? Sólo podía fingir. Huir. No estabas. Nunca estuviste. Tras los párpados puede ser lo que yo quiera. Nunca estuviste.

Y ocultar la verdad. Esconderla en la oscuridad. ¿Qué te pasaba? Lo sentía. Odio. Rabia. Rencor. ¿Cariño? Me evadías, evitabas. Huías. Siempre que me acercaba tú ya estabas en otro lugar, fuera de mi alcance. La mirada nunca se cruzó. Siempre me pregunté, ¿qué hubiese pasado? ¿Te lo hubiese dicho todo en una mirada? ¿Me lo hubieses dicho tú? ¿Habría entendido lo que había dentro de ti? ¿Habrías entendido lo que había dentro de mí? Nunca la mirada. Nunca de cerca. Nunca de frente. Nunca tú. No estabas, nunca estuviste. Jamás. No existías. Nunca estuviste. Nunca estuve. Los dos en la nada. Los dos, nadie era nada. Los dos, lo éramos todo.

¿Por qué? No me lo entiendes, no creo que lo hagas. Si quisieras intentarlo, sería peligroso, para ti, para mí. ¿Verte? Nunca estuviste. ¿Cómo verte cuando nunca estuviste? ¿Cómo verte cuando tras los párpados es lo que yo quiera? Verte. Verme. Vernos. ¿Por qué? Todo es un remolino, confuso, agitado, revuelto. Todo es… ¿Por qué? ¿Cómo verte? Nunca estuviste. No puedo verte. Verte. Tendría que negar mi realidad, porque en ella tú ya no existías.

Verte. Vernos. Es sólo el inicio. La realidad no es realidad. La fantasía no es fantasía. La realidad no es la fantasía. No estabas ahí. Ahora lo estás. Ahora, antes. ¿Cuándo? Verte. Perdón, debo de hacerlo. Es lo mejor, lo necesito. Lo hago por mí. Quiero mi ingrediente. Quiero mi bálsamo completo. Lo hago por mí, porque me amo. ¿Para qué el rencor? ¿Para qué fingir? Quiero mi ingrediente. Me quiero. Lo hago por mí. Verte. Aprovéchalo. Yo lo haré. Mediodía. Las letras sobre el papel. La pluma rasga. Lento. FIN.

Capítulo cerrado.

No hay comentarios.: