Algo así me siento todos los días...

lunes, 14 de abril de 2008

Él (Redención)

No, no es el frío. Ese ya pasó, aunque no el viento. Mucho sol en el cielo, mucho, al menos para mí. Una inusitada tarde de abril, donde el cielo es el infierno y la tierra es el noveno círculo. El noveno todo alrededor de mí. Y mis minutos pasan, eternos y breves, bajo Apolo. Esperando un camión. Un camión que parece no llegar. No es tiempo muerto, ya lo ocupo, pensando. Esa es mi profesión, veinticuatro horas al día, siete días a la semana, trescientos sesenta y cinco (o seis) al año. Asco. Me siento un cliché barato.

El viaje, lento, tortuoso, de pie y rodeado de gente. Es entonces cuando recuerdo por qué odio el servicio público. Reviso mi cartera. Ahora recuerdo por qué lo uso. Caminar, correr, por gusto o necesidad. Barato, fácil. Tardado. Por eso estoy aquí.

La vida bulle, por todos lados, por los rincones. Por encima y debajo de las piedras. Hasta por debajo de mi banca. Vida por todos lados, pero yo trato de huir de ella. Por eso pienso, me genero mi burbuja que me aísla, me protege. El sonido se va. La vida no existe. Por unos instantes soy yo en la nada y me siento completo. Luego, todo se va. Vida. Yo no quiero vida. Me quiero.

Tengo frente a mí al héroe local incrustado en fuego. Rodeado de sus compinches, todos juntos son una gran banda. Cuidan la puerta. El verdadero tesoro está dentro. El tesoro del Cielo, el tesoro bendito que nadie tendrá. El tesoro mismo huye de nosotros. Entonces, ¿para qué quieren guardianes? Es el héroe local, el que dio nombre a la ciudad. El guerrero de emergencia. El sol le da en la cara, es altivo, es fuerte. Quiero ser como él. Es el héroe local.

De nuevo la espera. Espero, pienso. Pienso, espero. Todo va de la mano. Igual he de pensar el tiempo aquí. Pensaré cosas que son y que no son. No sé, sólo me gusta pensar. Es mi profesión. No me paga pero, ¿qué me importa? Me quedo con mis pensamientos. No son de oro, pero valen.

No es el frío. Bueno, sí lo es. Una inusual tarde de abril. Un abril “enerado” o “afebrerado”. Febrero loco, marzo otro poco. Y abril sufre de esquizofrenia narcisista con impulso de ira involuntaria. Necesito llamar a mi psiquiatra. Es el frío, ahora sí, y no me gusta. Y con él se van mis ideas. Apolo casi muere. Mis pensamientos se van. Con él.

Él. Sus ojos. Él. Sus labios. Él. Su cuerpo. Él. Su vida. Él. Su sexo. Él. Él… Por todos lados. ¿Qué es? ¿Qué fue? ¿Qué será? Sólo Él en todo sentido. No tengo manera de describirlo, porque Él no es descriptible. Sólo puede ser entendido como un todo, como la idea. Él. Sus ojos. Él. Su vida. Él. Su sexo.

Parte importante. Me llena. Literalmente. Dentro, siempre dentro. No de mi sexo, eso sería imposible. Digamos que es mi sexo secundario. Siempre dentro. No lo sé, sólo pasa. Sólo lo siento. Quiero que pase. Quiero sentirlo. Él. Su sexo. Es el lado íntimo de la vida. El lado último. ¿Qué pasa ahí? Pasa todo. Pasa nada. Pasa, sólo pasa. Y cuando pasa, dentro.

Nos ha visto Apolo, Selene también. Ellos lo saben, dentro, siempre dentro. ¿Por qué? Porque quiero. Cuando las palabras han muerto, es la mejor manera de decirlo. Él lo sabe. Si no lo digo, lo hago. Si no lo hago, lo digo. Pero siempre busco cómo. Y aún soy novato, ¿sabes? Pero se hace lo que se puede. ¿Qué qué hay de las otras veces? Ensayos fallidos. Aprendí, no lo suficiente. El daño. Mayor. Resultado. Él. Lo sabe, lo hace. Era hora.

No, no es eterno. Eso me dijo. Creo, claro. Es Él. Él no habría de mentirme. Pero cuesta. Una vez dentro, no sale. Él lo sabe. Sabe que no saldrá. “¿Tanto te has empecinado conmigo?”. Pregunta necia. Sabes que sí. Eres libre. Soy terco. Soy comprensivo. Me amas. Es contradictorio, pero es. Respiro. Inhalo paciencia y fortaleza. Exhalo dolor y desesperación. Intercambio justo. Prometí que lo haría. Lo hubiese hecho antes.

Los ángeles. Aparecen cuando uno menos lo espera, como menos lo esperas, de la forma que menos esperas. A veces, es difícil darse cuenta, aún más entenderlos. Actúan por su cuenta, actúan sabiamente, actúan como no lo entenderás. Sólo ten fe, sólo confía. Esperanza. Ellos saben lo que hacen. ¿Por qué no confiar? Te miro. Miro cielo. Es verdad todo. Veo tus alas, la aureola. Vuelo. Eres Tú. Yo, en tus brazos. Claro, ahora lo entiendo todo. Dentro. Sigue siendo dentro, la misma sensación. Pero de manera diferente.

Frío, de nuevo. La callejuela, silenciosa, poco iluminada. Pienso. Pienso en lo que habrá, pienso en el camino. Pienso en el futuro. ¿Pasará? Quiero. Puedo. Lo haré. ¿Acaso no eres fuerte? Sabes que sí. Tantas veces te lo has dicho. ¿Un año? ¿Dos? ¿Tanto? No. Es un reto, tómalo. Quieres ser el mejor. Evoluciona. Mejora. Crece. Sé sabio. Carácter. Fortaleza. El héroe local. ¿Maduro? Demuéstralo. Puedes, lo sabes. Luces, ruido. La avenida. Frío. Frío todavía. Sólo externo. La piel, la cara. Dentro. Siempre dentro. Es sólo calor. Siempre fue calor.

Muchas posibilidades. Libertad. Será difícil. Retos. Tentaciones. Las pruebas divinas. Pero puedes, ¿no? El espejo es inquisitivo. No hay peor juez. Pero hoy se muestra benévolo. Raro en él. Ha sonreído. “Eres más sabio”. Sonrío yo también. Lo soy. Sonrío un poco. Pinto el mundo verde. Ya lo sé, lo sé todo. Siguiente paso. Último paso. Capítulos inconclusos. Inicio, desarrollo, clímax, resolución. Final. Desenlace. El desenlace se perdió. Capítulos inconclusos. El desenlace no se perdió. Sólo no lo escribí. Sólo unas líneas más. Sólo unas cuantas. Y todos, dirán lo mismo, terminarán igual, esas tres letras. Cerrados, completos, acabados, solucionados. Todos. Era hora. Todos. Empiezo uno nuevo. Más largo. Todos. Es el giro inesperado de la historia. Todos. Es mi secuela, es la redención. Todos. Acaba la condena. El Ángel. Él. Redención. Todos. Cerrados. Todos. FIN.

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